PoesiaypinturadeLuisVargasAlejo - APROXIMACIÓN AL ESTUDIO SOBRE LA OBRA DE PEDRO SALINAS (1891-1957) (GENERACIÓN DEL 27)
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APROXIMACIÓN AL ESTUDIO SOBRE LA OBRA DE PEDRO SALINAS (1891-1957)

(GENERACIÓN DEL 27)

 

Pedro Salinas es el poeta del amor sensible, tierno, el de la ilusión, el del entusiasmo, el de la sencillez que aspira al goce cotidiano desde la perspectiva ideal del espíritu que sublima el cuerpo. 

Su infancia, triste y solitaria, su salud enfermiza, le hace tener un carácter melancólico y pasar muchas horas en la soledad de su habitación leyendo o jugando. Su padre muere cuando tenía ocho años. Esto le marca enormemente al sentirse desasido y desamparado, carente de afecto paterno. 

Había nacido en el Madrid de la República en 1891 (muere en 1951) en la c/ de Toledo, frente a la antigua catedral de San Isidro. Estudió en el Instituto San Isidro. Después curso Filosofía y Letras en la Universidad Complutense.  Vivió en el viejo Madrid, en el Madrid de los Austrias, en el de las Cavas, (vivió en la c/ D. Pedro) en el de la plaza de la Cebada, en el de la plaza Mayor, en el de Tirso de Molina, en el de las Cuevas de Luis Candelas, en el de la gente castiza, obrera en las adyacentes, señorial en la gran arteria hasta la puerta de Toledo…(el mismo barrio donde yo crecí y viví durante doce años y que nos marcó ese sentimiento de soledad y tristeza, a él y a mi, no se sabe por qué). 

Pedro empezó a escribir desde muy joven poesía, para expulsar su pena porque sentía añoranza, porque soñaba con nubes, porque tenía un nudo en la garganta, porque las calles vacías, porque era triste, porque tenía melancolía…melancolía de amor, de que le acariciaran la cara, de que hubiera más sol entrando por las ventanas…de que no sonaran tanto las campanas de la Catedral. 

Escribía para desahogarse y llenar de aire su pecho, aspirando el entorno cotidiano, intentando encontrar el afecto que le hacia ausencia: su deseo de amor. Ese amor que le faltó de su padre y que proyectó sobre la mujer idealizada; sobre la presencia virgen de la deidad femenina. Canto ritual al amor en sí mismo, al que siempre está, al que nunca falla: al amor puro, al que sólo existe dentro de uno mismo, al que se relaciona con lo místico y la existencia, con el ser y la trascendencia, al que emboba el alma. 

Entregado al estudio desde muy joven, a los 22 años fue nombrado Secretario de la Sección literaria en el Ateneo de Madrid del que era miembro desde joven. Estudioso de la métrica y el verso, se propuso reformar el verso español junto con sus dos amigos Enrique Diez-Carnedo y Fernando Fortúm, tratando de darle libertad métrica y silábica a los versos y al poema. Y así empezó su verdadera aventura literaria. 

Salinas, estaba influido por el movimiento simbolista y post-simbolista y admira al belga Emile Berhearen por su libro “Las horas claras” de 1896, dedicado al amor de su esposa. Empieza a utilizar el verso libre, no utiliza imágenes, sino metáforas (que no es lo mismo) y no es retórico, le importa lo cotidiano, la cultura asequible y popular e imita a su otro ejemplo, al francés, Jules Laforgue 1860-1887) 

Se casa en 1915 con Margarita Bonetti que había conocido en Santa Pola en unas vacaciones en 1911. Fue el único amor conocido en su vida. Hace un noviazgo epistolar, puesto que él sólo sabía expresar su emoción y su sentir, escribiendo. 

Se traslada a París donde fue nombrado lector profesor de español en la Sorbona. Después gana cátedra en Sevilla a donde vuelve a trasladarse en 1929. 

Las cartas a Margarita (1912-1915 publicadas, que yo conozca, en Alianza editorial en 1984 bajo la dirección de Solita Salinas de Marichal) ya le anuncian como un gran poeta del amor. Entre las seiscientas cartas se contienen trece poemas, posiblemente los primeros conocidos de él, donde el enamoramiento se entronca con el deseo y la realidad (filosofía que desarrollará Luis Cernuda –también miembro del grupo Generación el 27 y alumno de Salinas en el instituto) en su poética.  Lo va a explicitar como globo que se va inflando sin aire, con naturalidad casi mágica. 

Quiso publicar su primer libro por sus propios medios económicos con dinero que le pide a su madre, pero no para venderlo, sino para regalarlo a sus amigos, ya que considera que, en España, los libros de poetas nuevos no son vendibles, pero no llegó a realizarlo. (Esta idea de que la poesía de noveles no es vendible, se mantiene hoy en el año 2005, en España y, posiblemente en todo el mundo. El pueblo lee poesía, pero no la compra porque los editores piensan que no es rentable. Y todo lo que no es rentable no cabe en la sociedad industrial y tecnológica) Su primer libro editado lo hace en 1924 con “Presagios” teniendo ya 33 años. Presagios fue revisado por su amigo y maestro Juan Ramón Jiménez, (amigo de Rubén Darío, introductor de la nueva poesía en España con el simbolismo francés de Verlaine y la poesía pura, Premio Nóbel en 1956) que le hace un prefacio laudatorio. Es un libro de 50 poemas muy variados en tema y técnica, escritos entre 1920-1923, siendo alumno de Salinas, por aquel entonces, Luis Cernuda. 

El movimiento modernista de la época se manifiesta en España con el nombre de ultraísmo o creacionismo. Un movimiento que trata de ligar elementos dispares en el concepto. Esto va cambiando la tendencia poética, que ya no se atiene a formas métricas exactas del siglo de oro español, donde destacaba Góngora y que, aún, se le venía imitando. 

Salinas, con este primer libro, erudito en la forma de estar escrito, a la vez que sencillo, es un inicio en la búsqueda de su propio mensaje. Trata de recrear todo lo que ve: el paisaje de Castilla y Andalucía, los pájaros, el árbol, el agua…hay tiernos poemas familiares, otros coloquiales, otros familiares, pero sobre todo, destaca el sentimentalismo e idealismo platónico. 

Desde los inicios de su carrera poética, Salinas recalca la importancia de la idea que él denomina pura. Sugiere un arquetipo platónico que sólo puede ser intuido a través del sueño y la creatividad en esta tierra imperfecta. Sus ideas fundamentales de su visión ontológica están en la idea pura y en el concepto de más-allá  del amor físico, que fue para él como caballo de batalla para una resistencia casi numantina. A pesar de ello, nunca fue un romántico, ni permitió que le comiera el terreno el idealismo platónico. Tenía los pies en el suelo de la realidad y así lo demostró con su vida de profesor, ensayista e investigador literario, donde destacó en sus últimos años en Nueva York y Puerto Rico donde fue enterrado al morir.  

Poeta del amor por excelencia, eso sí, un amor que abre horizontes nuevos- Al mismo tiempo, Salinas, es capaz de cantar con similar inspiración los avances de la técnica moderna, la civilización europea en su progreso y desasosegado vivir, y la naturaleza... 

El juego que hace con los conceptos está regido por su vocación docente y, por eso, resultan comprensibles por venir expresados en un lenguaje sencillo; el tono coloquial -a menudo confidencial- empleado, hace más fluida la comunicación. Usa las preposiciones y los adverbios como buscando palabras que encuentren el mundo desconocido que subyace por debajo de la apariencia sensitiva de las cosas. Tiende a la sencillez métrica. Prefiere el verso corto. Renuncia, casi siempre, a la rima. No utiliza grandes recursos estilísticos tradicionales. Busca la expresión carente de retórica. Y,  sobre todo,  busca la palabra poética en la autenticidad de lo emotivo. 

El poeta establece un juego casi metafísico entre tiempo presente/tiempo futuro. Entre presencia/ausencia de la amada. Entre confianza (en el presente)/desconfianza ante el futuro: desde un presente henchido por la presencia del amor que hace patente en la imaginaria o verdadera amada. 

Carácterísticas  y obras de PEDRO SALINAS.- Es un perfecto perfeccionista en el que destacan tres elementos básicos:

-                                                         autenticidad

-                                                         belleza

-                                                         ingenio

-                                                         sencillez y cotidianeidad

Poesía de gran sensibilidad que ahonda en los sentimientos acercándose a lo absoluto y suprimiendo toda clase de anécdotas. 

Es el principal poeta del amor de la Generación del 27. 

Sus obra tiene esta evolución:

 

De poesía Pura:      1923 – Presagios

                                  1929 – Seguro Azar

                                  1931 – Fábula y signo 

 

De poesía de amor (antirromántica: no de amor atormentado, sino del amor que supone un enriquecimiento de la vida y la persona dándole sentido) :

1933 – La voz a ti debida

1936 – Razón de amor

1939 – Largo lamento (o cántico al amor que muere.

En esta etapa la amada es vista como amiga que saca de la duda al amante. La amada le inventa un mundo de la nada anterior para salvarlo del caos. El amor es una prodigiosa fuerza, por cuya razón, el poeta ama la vida y dice que sí al mundo. 

De poesía de antítesis (existencialista: donde lucha entre la fe y los signos angustiosos de su alrededor social)

                        1946 – El contemplado

                        1949 – Todo más claro

                        1955 – Confianza (escrito póstuma                                             

                        realizado entre 1924-1944

Toda su obra se atiene al ritmo y la metáfora y no a la métrica, aunque se encuentran rimas. (Es subjetivo y amétrico) 

Salinas como Guillén van a la realidad para buscarle su esencia y hacerla lírica.

Ejemplo de un poema de Salinas y comentario.- 

Razón de amor (1936)

¡Cómo me dejas que te piense!                                                   A
Pensar en ti no lo hago solo, yo.                                                 B
Pensar en ti es tenerte,                                                                C
como el desnudo cuerpo ante los besos,                                     D
toda ante mí, entregada.                                                              E

Siento cómo te das a mi memoria,                                              F
cómo te rindes al pensar ardiente,                                              C
tu gran consentimiento en la distancia.                                      G

Y más que consentir, más que entregarte,                                  H me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas                                    I
recuerdos en escorzo, me haces señas                                        I
con las delicias, vivas, del pasado,                                             J
invitándome.                                                                    
         K

Me dices desde allá                                                                   E
que hagamos lo que quiero                                                        D
—unirnos— al pensarte.                                                            H
Y entramos por el beso que me abres,                                       H
y pensamos en ti, los dos, yo solo.                                             B
                                                                     

Inicia el poema con un verso interrogativo / exclamativo, desde donde desarrolla toda la idea del poema: el origen del sentido de la vida; la razón de vivirla a través de la pensada y su amor. 

Es la “locura de la fantasía” hecha belleza. Hablar solo con la amada, cuando la amada es la propia belleza, el propio deseo de vida, el motor que mueve al sí mismo, siento este, a la vez, motor que mueve el sentimiento de amor. Una retroalimentación espiritual donde el sueño se consuma en la realidad del deseo. 

Va explicando la idea / sentimiento de qué es “pensarla” , con un ritmo musical en cascada in-cresccendo, como si escribiera en un pentagrama una escala musical. Va comparando a “la pensada” y le dice y le habla y la desnuda y la viste, en un juego de ir y venir de sentimientos sin rozarla que son, a la vez, causa / efecto, para responderse con un fluido verbo natural y puro.

Muestra una espiritualidad casi mística que le eleva desde la tierra y le lleva en vuelo hacia la plenitud, pero lo más hermoso, es que deja constancia de que sabe que todo está en él o en la esencia del sentido del amor. 

Busca a la amada más allá del modo real. Realidad que él mismo trasforma en la propia amada, creándose un ideal o concepto puro que le permite vivir y sentir gozo y trasmitirlo a los sueños del tu, sin perder el sentido de la realidad de que el tu y el yo, son la misma cosa. Y así lo admite en su soledad serena. 

La métrica empleada por Salinas en este poema es un modelo de sencillez sin reglas: versos heptasílabos en la primera estrofa -a excepción del cuarto, que es endecasílabo-; versos endecasílabos en la segunda estrofa; versos endecasílabos en la tercera estrofa con un último verso de pie quebrado pentasílabo; y la última estrofa, tres versos octosílabos y dos endecasílabos. Podríamos decir que hay tres quintillas imperfectas y un terceto sin rima. Por lo tanto, no conforman una determinada combinación estrófica; la rima es aleatoria, sin ajustarse a cánones establecidos, siendo los únicos versos blancos el A,F,G,J,K, con lo que está rompiendo los esquemas clásicos. Hay encabalgamientos suaves -particularmente en los primeros versos- donde no hay pausas al final de un verso, sino que se encabalga en el siguiente para terminar la frase a más de la mitad del siguiente verso; y pausas frecuentes a lo largo del poema-... Así obtiene Salinas una delicada musicalidad y un ritmo entrecortado y de vaivén, idóneo para expresar ese juego entre la presencia y ausencia de la amada que constituye el eje temático del poema. Y modelo de sencillez es, asimismo, el léxico y la sintaxis que ha empleado el poeta: las palabras más corrientes y las frases más simples. Con esta sencillez -también en el uso de recursos estilísticos, a los que el poeta parece haber renunciado intencionadamente- ha creado Salinas su delicado universo amoroso. 

El sentimentalismo de Salinas es exagerado debido a su personalidad tímida, embobada, -a pesar de su gran inteligencia- como degustando el padecimiento interior de la nostalgia romántica y repite y repite frases de amor desde distintos puntos de vista, siempre la palabra amor hasta la saciedad. 

Carece de voz porque se le ahoga en la garganta y, por eso, escribe. Su voz la encuentra en el verbo que se desprende a raudales una vez encontrada la Dulcinea inventada. Y llega a sentir la sensación de que “debe esa voz” al amor, y es cuando escribe su mejor obra “Con la voz a ti debida”. 

La imagen de la mujer aparece siempre junto a la disposición gráfica de las palabras en versos sucesivos, como forma de un vaivén, llenándonos de desconciertos bellos. La mujer le apaga la voz, otra la atención, otra la disponibilidad y lo expresa en “Con la voz a ti debida en los poemas 7-20-24. La mujer es lo más lejano y deseado y, como tal, lo más querido, La mujer le niega para afirmar él su amor. Se regocija en la presencia ausente y añora el cuerpo de la mujer que no está. Es como una expresión anímica de la impotencia psíquica, que sublima mediante el abrazo del sueño, de lo que no puede abrazar en la realidad… (posiblemente es una muestra de D. Juanismo espiritual, aunque esto no se haya estudiado a fondo) Imagina a la amante ideal y no desea que se le haga realidad, las acerca y las separa para volverlas a imaginar a su lado. Les habla con su voz y les llama, pero después las aleja. Creo que hay en esta sumisión una gran dosis de neuroticismo y retraimiento a su voluntad mística de la realidad que no vive, pero la busca.

 

A pesar de su simplicidad, a mí me parece que la psicología de Salinas no es nada simple, aunque posibilita la conducta creativa y genera una poesía profunda.  

Fue en 1933 cuando se edita “Con la voz a ti debida” junto con “Razón de amor”, donde aparece la figura de “la otra” que le lleva, con voluntad de morir, hacia el elemento mágico metafórico de la “sombra” mediante las despedidas o adioses como símbolo romántico de lo imposible y, así, alcanzar la pureza de la liviandad…ver  “ni pies, ni peso”…para que la muerte sea un sueño idílico. 

Salinas fue un hombre de sentimientos nobles. Creía en el azar y se fía de él de tal forma que en 1924 escribe “Seguro Azar” donde afirma su fe en lo fortuito del destino, en lo que nunca llega y se desea, en lo que es perfecto, como la aventura del pájaro que va volando de aquí para allá a través del aire libre. 

El amor y el azar es lo que le lleva a lo idílico, a lo ideal, a lo utópico, pero ateniéndose a una sencillez y cotidianidad que presenta como poemas llenos de alegría uniendo poeta y realidad. Trata de adivinar la esencia de los fenómenos cuyo inventos empiezan a proliferar en la época y, como lo hacen después los primeros ultraístas poetiza: la creación del automóvil, el teléfono, que tienen parentesco con el aire y le permiten volar en ilusiones, incluida la luz eléctrica a la que canta en “35 bujías”, “apretar un botón”, “la musa iluminará”, donde encuentra magia, donde ya aparecen poemas mucho más libres, casi sin rimas o muy separadas (hay que tener en cuenta que sus poemas no son estróficos), estando muy marcado el ritmo interior gracias a la brevedad del verso, a los punto y seguido que entrecortan, y la frase corta que acentúa dicho ritmo.

 35 BUJÍAS  

Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
—cien mil lanzas— los rayos
—cien mil rayos— del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
—afuera—
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica. 

Dámaso Alonso dice de Salinas “que encuentra una irrealidad de donde extrae de las cosas la posible realidad íntima, invisible para el sentido común, y que lo dona al sentido poético” 

NO QUIERO QUE TE VAYAS

 

No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.
 

AHORA TE QUIERO 

Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos. 

Toda su obra se apoya en el sueño, lejos de la realidad, creando o inventando al ser amado/amante, por donde la soledad se escurre con facilidad y la frustración la convierte en aceptada dicotomía entre lo añorado y lo poseído, sin que le produzca una des-adaptación con el entorno en que vive, de profesor enfrascado siempre entre libros, porque realmente, no vive para la acción sino para la contemplación: su amor no es una realidad física, sino metafísica, donde se haya feliz entregando sus versos como una oración. Canta al amor como una fuerza natural, un cataclismo. Puede decir que ama expresando su hondo deseo de cómo amar. Es como una iluminación repentina una revelación que recrea un mundo nuevo para sí, a pesar de todos los peligros que eso conlleva. Deja de vivir en todo y sólo vive en el espacio de una isla junto a la amada sin crearse más necesidades. Se desnuda él, desnuda a la amada y se convierte en un adán/eva en el paraíso. Convierte todo en el símbolo de la pareja insoslayable, formando una unidad inseparable. Junta el amor monógamo con el polígamo, sin distinguir si la amada es una, varias o ninguna. Le canta al amor en sí. 

Combina la emoción de amar y ser amado con el terror que esto puede producir llevado hasta sus últimas consecuencias y escribe libros sin parar. En estas mismas fechas aparece el libro de Vicente Aleixandre en el mismo tono excelso y amoroso “La destrucción o el amor” y esto le afirma en su deseo de estar destruyendo a la amada (metafóricamente) para convertirse en ella y abolir el mundo que le circunda para ser súbdito en el reino de ella.  

Es un misticismo de elevado cariz unificador con el ser superior, al que, posiblemente, Salinas, le disfraza de mujer para darle forma de belleza a la divinidad, donde él espera la completad y la unicidad.  

El poeta se deja llevar por el viento sublime de la amada y se auto destruye para que sólo exista ella. La amada arrebata al poeta a un mundo de mejor belleza y felicidad en este mundo. Así como dios promete la “otra vida” en un paraíso, así la amada soñada, se lo da. 

El poeta es un pasajero arrebatado a un mundo distinto sin esperarlo y eso sólo puede hacerlo la divinidad amada con su fuerza y energía de mito. La diosa es la Venus Cierta que descubre el misterio humano enraizando la vida con la muerte, lo pagano con dios, que le infunde una gran alegría y un mayor asombro. Y escribe:
                                               Y súbita, de pronto,

                                               Porque sí, la alegría. 

La pareja es la creación de la “nada” de un concepto diferente de ser. El hálito de vida suficiente para nacer, tanto el amor, como el poeta.    

Sabe lo que quiere y lo que no tiene y lo acepta, disfrutando de una vida interior rica en sentimientos. Esto se trasmite bien en el poema 31 del libro “Fábula y signo” –su 3º editado en 1931- “Luz de la noche” 

LUZ DE LA NOCHE

 

Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
—prisa, trajes claros, risa—
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
—te sonríes al dormir—
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.
 

Creo que Salinas trata, desde una perspectiva humana, salvar al hombre más allá del cuerpo, sublima la carne y alcanza la espiritualidad total, por el poder trascendente del amor, que se gana al nuevo ser, queriéndolo. 

Su ternura no es la representación de la belleza, sino la metáfora de la misma. La semejanza de lo que debe ser la supra-realidad divina, de ahí lo arrollador de este poeta y de su obra, a la altura de un Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz. 

La voz la encuentra en la manera de decir y expresar lo que cree y siente: verso corto, escueto, cortado, irónico, sencillo y con un ritmo musical con ausencia de rima, prodigioso. 

No de cantera nacida,

Ni de piedra, ni de hierro,

No trabajada por manos,

Hecha del alma,

Columna mía;

De fuego hecha,

De la lumbre conocida

Por mí desde que he sentido

Lumbre de vida.

En vano el hacha se afila

Para ella, en vano ruinas

De excelsos tiempos me dictan

Ejemplos tristes.

Fogosa es esta columna;

Ni la cortará el acero

Ni a obligada servidumbre

La habrá de rendir el tiempo.

Cada día le doy forma

Cuando la alimento y echo

En su seno

Lo que se da al pecho amado:

Vida y amor nuestro. ..      poema 17 de Presagios.

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Salinas se encuadra en el ultraísmo junto a Borges y el surrealismo freudiano de Bretón, aunque su obra final –la de madurez- difiere del sintetismo de Cernuda, por ejemplo, o el simbolismo de Alberti, para entonar versos sencillos en un lenguaje claro y próximo, alejado del verso hermético y oscurantista, con un ritmo magistral de buen profesor y ensayista literario. 

Sus últimos libros “Todo más claro” 1938 que corresponden al periodo de guerra y exilio es mucho más realista, social y denunciador;  y después “Confianza” 1944 dedicado al mar de Puerto Rico, donde muere,   es mucho más calmo y apaciguado,  retirado de la vida urbana, busca solaz en la contemplación del mundo natural. (Entre medias publica “Cero”, donde es protagonista la “nada” y “El contemplado” y algunas obras más.  

(© Luis Vargas Alejo 2005)

 

NOTA: (Este trabajo ha sido realizado con opiniones y comentarios personales del autor  del mismo, con la bibliografía ÚNICA que la mera obra completa de Salinas y los prólogos a dicha obra de Soledad Salinas de Marichal, de la cual se han  extractado aspectos de la vida, ideas y pensamientos sobre la obra de Pedro Salinas)


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